"No podemos volver atrás y hacer un nuevo comienzo,
mas siempre podemos recomenzar y hacer un nuevo final"
Ayrton Senna
“El paradigma de la escasez”
Nos gusta mucho la negociación y trabajamos mucho formando a profesionales en esta habilidad tan necesaria para el trabajo en equipo, los negocios y la vida social.
Negociar es una de las habilidades de la Inteligencia Social que nos permite convivir y colaborar. Podríamos decir que es la más evolucionada, saca lo mejor de nosotros mismos a la vez que nos exige mucho. También que es la más difícil, ya que se trata de conseguir que otra persona haga algo que nos resulte beneficioso. Hay que entender en qué principios se fundamenta y conocer cuáles son las estrategias y las técnicas más eficaces. Y sin embargo, esto no es suficiente para negociar con efectividad. El conocimiento de uno mismo es imprescindible para saber cuáles son nuestras debilidades ante esta situación, y esto suele dejarse a un lado. Y sin él no es posible negociar eficazmente.
La negociación es una situación extraordinaria; a flor de piel las emociones, las defensas, los nervios de no sentirse capaz, e incluso de sentirse vencido previamente. La negociación es el escenario más complejo de la relación entre las personas. Es una situación donde la tensión cooperación - competición es constante. Es una situación donde la confianza – desconfianza no necesariamente se basan en hechos objetivos, sino que provienen, con frecuencia, de experiencias anteriores, de creencias y asociaciones inconscientes. Negociar no es dar argumentos para convencer. Es bastante más.
En los cursos de negociación que impartimos, tenemos una situación privilegiada para observar y conocer cómo reaccionamos las personas en la situación de negociación. Lo habitual es que los negociadores no sean conscientes de sus propios frenos; y lo habitual, también, es que entiendan la negociación, o como un enfrentamiento, o como un regateo. Y al igual que ocurre con el continuo estratégico de la negociación donde hay un amplio repertorio de conductas entre el polo de las posiciones y el polo de los intereses, también aquí se produce un continuo de reacciones entre el inmovilismo y la voluntad de cambio y aprendizaje.
Muchas personas temen las situaciones de negociación, porque las asocian con situaciones de cesión, de pérdida. Se sitúan en una zona de confort de escasez y se parapetan tras la creencia de que no es posible conseguir un escenario mejor. Entonces, automáticamente, la emoción que en ellos se genera es la del miedo, miedo a perder su escenario de confort de escasez. Y desde el miedo, se percibe a los demás como enemigos, de los que tenemos que protegernos, ya que nos pueden sacar de dicha zona de confort y quitarnos parte de nuestra escasez.
Enseñar técnicas de negociación en estas circunstancias resulta poco menos que inútil. Es como intentar que abonen las semillas en un terreno seco, duro y pedregoso. Difícilmente lo harán.
En este paradigma de la escasez, las estrategias de reacción son variadas.
Algunas personas reaccionan enrocándose en su zona de confort y en su creencia de que nunca podrán superar sus barreras, por ejemplo, ante las objeciones, el regateo o el cierre del acuerdo; o pueden llegar a pensar incluso que no necesitan superar nada. Concentran toda su energía en mantenerse donde están y en no perder lo que han conseguido. Defienden sus viejas técnicas, vinculadas a la cesión, al engaño, la sumisión, e incluso la manipulación, porque les han servido para estar donde están. Juegan a no perder.
Hay personas que tratan de convencerse a sí mismas de que van a intentar emplear alguna técnica, aunque de antemano saben el resultado, “demasiado difícil”, “será imposible”, “no me van a dejar ni pensar en ello”. Tratan con ello de justificar su inmovilismo, eligen mantenerse en su caja de confort porque ése es el espacio seguro al que están acostumbrados, y echan la responsabilidad de su no aprendizaje a otros.
Otras defienden su área de confort, intentando ampliar sus márgenes. Concentran toda su energía en maximizar su beneficio a costa del otro con el que negocian. Tratan de hacerse con el trozo más grande de la tarta. Para ellos sólo puede haber ganadores y perdedores, y no están dispuestos a ser los perdedores. Esta estrategia ganar – perder, en la que lo que uno gana es a costa de lo que el otro pierde, es muy peligrosa en las relaciones empresariales continuadas, ya que en el perdedor se genera resentimiento, y en cuanto pueda tratará de resarcirse.
El paradigma de la escasez lleva a seguir estrategias defensivas que nos bloquean y nos incapacitan para hacer cosas nuevas o más eficaces.
Isabel Aranda
Doctora en Psicología Social y de las Organizaciones
Executive Coach
Experta en Negociación