Nuestro MODELO IN
Intervención Nuclear para el Desarrollo Personal
Dicen que no hay nada más práctico que una buena teoría. Y para conseguir que nuestro trabajo sea práctico, es decir nos lleve a la acción, hemos reflexionado sobre todas aquellas explicaciones que nos llevan a trabajar como lo hacemos. Y con todas ellas, hemos elaborado el modelo teórico desde el que concebimos nuestro trabajo y lo ponemos en práctica. Y le hemos dado un nombre, por aquello de que sólo lo que tiene nombre es real: MODELO IN, Intervención nuclear para el desarrollo personal
Más allá de la dicotomía tradicional de cuerpo y mente, entendemos a la persona desde la idea antropológica de que el ser humano es multidimensional. Cuatro dimensiones: la corporal (CUERPO), la emocional (EMOCIÓN), la intelectual (manifestada en el LENGUAJE) y la espiritual (los VALORES, como cimientos de nuestro ser).
A través del PENSAR, del HACER y del SENTIR la persona se construye en un espacio virtual que concebimos como órbitas combinadas. La congruencia y sincronía perfecta generan el espacio adecuado donde la persona puede desarrollarse y realizarse plenamente. Cuando no hay sincronía o falta congruencia surge la falta de eficacia, la infelicidad y el sufrimiento.
En la órbita del PENSAR, es el lenguaje el elemento en movimiento. Con el lenguaje creamos nuestra realidad, a través de la palabra mostramos nuestro pensamiento. Precisamente por este carácter constructivista del lenguaje pueden cambiarse los juicios y creencias en los que se sustenta nuestro pensamiento a través de la conversación que facilita el coaching.
En la órbita del HACER, la fórmula que lleva a la excelencia es el resultado del saber de la persona, su capacidad para hacer algo, más su voluntad, el querer, todo ello multiplicado por el sentir, elemento potenciador de todo lo anterior. Los desajustes en la fórmula llevan a un hacer deficiente e insatisfactorio, y que desencaja su trayectoria del espacio de congruencia personal.
En la órbita del SENTIR, se unen la emoción y el cuerpo. Emoción del latín e-movere: mover hacia. Es la fuerza motriz, la energía con que se viven las situaciones, se sienten las creencias y se emiten los juicios. A través del cuerpo se manifiestan las emociones capacitantes cuando nos empoderan y nos abren posibilidades de acción, o incapacitantes cuando nos bloquean y limitan nuestro vivir.
La confluencia de las tres órbitas genera el espacio más íntimo y más personal. En este espacio se sitúa la ACTITUD con la que afrontamos la vida. Cuando es congruente abre las posibilidades para el desarrollo de “la mejor versión de la persona”. Hablamos de una persona equilibrada, asertiva, que se siente segura y capaz. En un estado emocional de aceptación o alegría. Desde esa congruencia personal se abre generosamente a la relación con el mundo.
Los tres espacios orbitales dinámicos en permanente movimiento construyen el espacio molecular de SER persona. Desde esta perspectiva, la diferenciación entre ser y hacer es clara. El hacer sólo es una de las dimensiones. El ser lo es todo en conjunto. Si cambia el ser cambia todo.
Y lo que le da al conjunto la fuerza son los VALORES en los que se fundamenta el ser. Son los valores los que dan el acabado al ser. Aspecto rugoso, pulido, aterciopelado,… Son los valores los que dan la calidad a la persona.
Y el ser no existe por sí mismo. Como el sistema abierto que es, su existencia adquiere sentido a través de la relación con el mundo. Las capacidades que nos otorga la inteligencia social nos permiten relacionarnos con los demás, empatizar, comunicarnos, colaborar, negociar.
Y estas relaciones sociales surgen con fluidez, en el sentido que definió Mihail Csikszentmihalyi el fluir, sólo cuando en el espacio de congruencia personal están alineadas las tres órbitas: FLUIR desde uno mismo en generosa relación con los demás, para INFLUIR en otros desde nuestro ser, no sólo con el hacer, y CONFLUIR con aquellos que colaboramos en las metas que nos proponemos.
Desde el núcleo, desde sentirse capaz, es desde donde entendemos el desarrollo personal a través de la formación y el coaching. De ahí surgirá el fluir y la excelencia. Decía Brownie Wise (1913-1992), la mujer que lanzó al éxito mundial el tupperware “Construye personas y ellas construirán un negocio para ti”
Modelo grupo tbc-aranda / CopyLeft
Isabel Aranda
Jane Rodríguez del Tronco