Especializados en acciones formativas singulares y coaching, facilitamos el desarrollo de las competencias necesarias para que una persona se sienta más capaz de alcanzar los objetivos que se propone. Sentirnos capaces hace que nos sintamos con el control de qué hacer en una situación; y eso está en la base del bienestar personal y, como consecuencia, del éxito profesional.

viernes, 19 de febrero de 2010

Entrevista en Gestiona Radio


El pasado martes 16 de Febrero fuimos invitadas por Ainara Ariztoy al programa El Bulevar de Gestiona Radio. La entrevista tuvo lugar de 11,10h a 11,30h de la mañana. Veinte minutos en los que tuvimos ocasión de hablar de Coaching y Emociones.

Si quieres oir la entrevista, puedes hacerlo en el siguiente enlace:
Entrevista Gestiona Radio
Esperamos que te guste.

El camino del Coaching

Hemos tenido el privilegio de realizar un curso de Aproximación al Coaching para antiguos alumnos de la UFV. Trabajar este tema nos resulta apasionante por el impacto que tiene en los participantes a nivel personal. Y no es por los conocimientos que, a veces, les resultan auténticos descubrimientos, e incluso “cisnes negros” en su vida, sino por la posibilidad que tienen de conocerse a sí mismos.

Una vez más, hemos contrastado las dos notas que están caracterizando ahora mismo la difusión del Coaching en España. La primera, que el interés por el Coaching es cada vez, mayor (y sin duda alguna, es el tema de moda…). La segunda, la confusión respecto a lo que es y cómo se lleva a cabo.

Algunas personas piensan que ser Coach es aconsejar a otros sobre lo que tienen que hacer en un determinado campo, y que para ello basta con saber del tema en cuestión, o haber sido profesionales de esa área. Esa figura es la del Mentor. Su nombre procede de la Mitología Griega, de la Odisea, en la que Mentor aparece como el gran amigo de Ulises, al que deja la tutela y enseñanza de su hijo Telémaco antes de iniciar su Odisea. Cuando vuelve Ulises comprueba lo mucho que ha aprendido su hijo: exactamente, lo que su maestro sabía. El mentor apoya el aprendizaje, pero desde su propia experiencia. Es una figura utilísima en el ámbito organizacional, porque facilita el camino a nuevos profesionales dirigiendo sus pasos por el mismo camino que él ha andado.

El papel de un Coach también es diferente del de un Tutor. El Tutor facilita el aprendizaje a un aprendiz, creando contextos de aprendizaje, dando consejo, y ofreciendo una guía personalizada sobre sus dudas y avance en el aprendizaje de una determinada materia.

El Coach actúa de una forma diferente. Se ha formado en un método que facilita el cambio rápido de perspectiva, y el cuestionamiento de las barreras y limitaciones que pueden estar haciendo que el Coachee, su pupilo, no consiga lo que desea.

Algunas personas piensan que hacer Coaching es algo fácil y rápido de aprender. Y ciertamente tampoco es un conocimiento difícil ni complejo, pero, desde luego, no es algo que se aprenda en unos días. Tampoco consiste en la aplicación de técnicas puntuales. No basta con conocer diferentes técnicas de cambio. No es cuestión de tener herramientas. El Coaching tiene mucho que ver con la capacidad de escucharnos unos a otros, del “encuentro” entre personas. Es un proceso de acompañamiento donde el que marca el ritmo y el objetivo de trabajo es el propio Coachee. Y para poder llegar a él, y serle de utilidad, el Coach tiene que actuar desde una limpieza mental y emocional absolutas. No solamente no haciendo juicios sobre el Coachee, sino apartando de la mente los juicios propios. No dejándose llevar por las emociones del Coachee y manteniéndose en una emoción capacitante, de aceptación del otro como tal. Y esto, tal vez, sea lo más difícil de aprender, y requiere un prolongado entrenamiento.

Un Coach ha tenido que vivir en primera persona ser Coachee, porque desde su propia vivencia puede entender mejor el proceso de aprendizaje y cambio que éste vive. Pero, sobre todo, porque siendo Coachee ha tenido la oportunidad de cuestionarse sus propias barreras mentales y ha podido aprender a superarlas.

Así que es esta disposición actitudinal del Coach y el énfasis en los objetivos del Coachee lo que diferencia a esta profesión.

Isabel Aranda, Coach y Doctora en Psicología de las Organizaciones
Fotos: Juan Riera

miércoles, 10 de febrero de 2010

La magia del encuentro

Hoy he sentido unas ganas enormes de escribir. Y no es lo habitual en mí, pues la gran “escribidora” de posts (como dicen aún mis hijas), es mi compañera de viaje: Isabel, “articulista-desarrolladora de contenidos y ahora conferenciante”, como a mí me gusta llamarle.

En las últimas dos semanas he vuelto, o así lo siento, a retomar el hilo de la formación por y para el Coaching: que si el concepto de Humanismo (conferencia de David López), que si la Biodanza (taller con Laura Serrano), ambos gracias a la ICF; que si Rafael Echevarría y Alicia Pizarro y su concepto de Coaching Ontológico (¡gracias Civsem!), que si el regalo de Adela Jiménez Madrid en DBM o Developmental Behavioural Modelling (¡qué gran honor!), que si la reunión de “Experiencias de Coaching” hoy en Civsem (¡y que vaya mi agradecimiento para ellos otra vez!)… Y después de tantas horas, tantos momentos compartidos con otros coaches, otros compañeros de profesión; después de tanto enriquecernos, me gustaría hacer una reflexión aquí, en voz alta, si me permitís.

Incesantemente tengo la sensación de que se busca sobre todo técnicas: técnicas para explorar el problema que trae el coachee, técnicas para cambiar su emoción, técnicas para llevarle a un compromiso, o a veces únicamente para que defina su plan de acción final. ¡Un recetario!

Y sabiamente, a mi entender, decían Echevarría y Pizarro que el éxito de una sesión, de un proceso de Coaching, no había de medirse tanto en cuanto al número o tipo de herramientas o técnicas que se utilizaban, sino más bien por los resultados alcanzados. Igualmente, resaltaban la singularidad de esta profesión por no poder contar con “recetas” previas y válidas para todo el mundo, por la necesidad de aceptar, de verdad, que cada coachee es único. Y cada sesión. Cada encuentro.

Foto: Juan Riera
Y es aquí donde me gustaría pararme, un momento. Que nos parásemos todos los que navegamos juntos en este mar y nos adentráramos en las aguas, preguntándonos a nosotros mismos… ¿por qué (o para qué) pasar por alto precisamente eso, la MAGIA DEL ENCUENTRO?

A mi entender y según mi experiencia, eso es lo que hace realmente única esta profesión: el encuentro. El encuentro y la magia que en él se produce: una amalgama de palabras, emociones, movimientos,… y que fuera de la aplicación de cualquier técnica, es sobre todo eso: un ENCUENTRO. Una oportunidad entre dos seres para enriquecerse (¡porque no neguemos todo lo que los coachees nos aportan!...), una situación única, irrepetible, imprevisible, que bajo nuestro punto de vista carece de un manual de normas, que exige una entrega absoluta por parte del coach, una confianza y un “amor incondicional” hacia el coachee, que es lo que hace precisamente que éste encuentre sus respuestas, crezca, se desarrolle y alcance sus objetivos. ¡Y ésta es la magia!

¿Qué debe hacer un coach para esto? Fluir, creer en esa magia, en esa capacidad de crear nuevas realidades, dejarse guiar por lo que el coachee le sugiere, estar para él, ser humilde y… ¡tener valor! Y valor como las “3 virtudes que debe tener un torero” (como dice Isabel… “vista, valor y huevos”), para entregarnos al otro, entregarles nuestra interpretación de lo que nos da en cada sesión, y valor para equivocarnos… ¡Sí! para equivocarnos. Porque nuestra interpretación debe tener un “valor” añadido, y no ser mero “parafraseo”, como decía Echevarría… Mas sin olvidarnos que efectivamente no deja de ser una interpretación; que puede ser válida o no para el coachee (él o ella dirá), pero que no debemos guardarnos por miedo, por lo que consideramos inútiles condicionantes o restricciones que nos tratan de imponer en algunos contextos, o porque temamos equivocarnos.

¡Ya está bien de querernos amparar en esas técnicas, en esas herramientas que es difícil encontrar, que nadie puede dar…! Se nos está olvidando lo más importante: dejarnos fluir, estar para el otro y CREER EN LA MAGIA DEL ENCUENTRO.

En esto creemos que pasa algo así como con los hijos... O, ¿a alguien le vienen sus coachees con “manual de instrucciones”?
Jane Rodríguez del Tronco
Coach ACC

lunes, 1 de febrero de 2010

Generosidad

Entendemos la generosidad como un acto hacia fuera, un dar tu dinero, tu tiempo, tus cosas a otros, sin pedir nada a cambio.

La R.A.E. lo define como 1. Inclinación o propensión del ánimo a anteponer el decoro a la utilidad y al interés. 2. Largueza, liberalidad.

¡Qué escasa puede resultar esta definición si la entendemos desde una concepción positiva del hombre, y no sólo como una descripción restrictiva de lo que una persona hace!

Explorando los textos sobre generosidad, vemos que se aplica el término a dar tus recursos: dinero, trabajo y cosas, y ocasionalmente también a entender a los demás. Habitualmente entendemos generosidad como “dar sin pedir nada a cambio”. También podemos entender que el que da se siente gratificado al ver que se acepta lo que da.

En términos éticos la generosidad está bien valorada. Se asocia a la virtud de la caridad, y al altruismo, y la filantropía.
La generosidad es, sin duda, uno de los principios de la interacción humana. Junto a la ley del intercambio están en la base de la vida en grupo, y se han desarrollado gracias a esa inteligencia social que nos ha permitido ser empáticos, cooperar y vivir en sociedad.

Debido a la trascendencia que tiene para la cohesión social, los actos generosos son reforzados por los poderes sociales: partidos políticos, media, y lo convierten en un imperativo, políticamente correcto, y lo denominan solidaridad.

Esta es una generosidad dirigida hacia fuera.

¿Hay otra forma de entender la generosidad?

La Psicología Positiva pone el foco en el desarrollo y el bienestar de la persona, en cómo conseguir la felicidad y el equilibrio. La generosidad puede ser un concepto clave para ello, pero entendido de forma más amplia: dar y darse.

Generosidad es una de las distinciones básicas que utiliza el Coaching. Para muchas personas es dar un significado nuevo y extremadamente útil a esta palabra. Y tuvimos ocasión de comprobarlo cuando estudiábamos para certificarnos como Coaches. Una de las ideas que más impactó a todo el grupo fue precisamente esto, aprender a dar un significado más amplio a la palabra generosidad.

El nuevo significado, que para algunos compañeros fue un descubrimiento calificable de Cisne Negro, fue comprender la generosidad como darse. Extraño, por el diferente sentido de la generosidad, hacia dentro, hacia uno mismo. Supone darse la oportunidad de recibir: ser generoso con uno mismo.

Es muy frecuente en los procesos de Coaching trabajar el sentido de la generosidad hacia uno mismo. Simplemente darte permiso para ser tú mismo, sin pedir a cambio nada, sin exigencias, sin condiciones, sin cláusulas de compromiso ni penalización.
A veces, el coachee busca con desazón, precisamente eso, darse permiso para reconocerse como persona valiosa digna de su propia autoestima. Pero es lo más infrecuente; lo habitual es que no sea consciente de la necesidad que tiene y justifique su malestar con excusas de todo tipo: que si no he tenido oportunidad, que si la vida, que si el trabajo, que si los demás, …, y se sumerja en su papel de víctima, y se sienta infeliz.

No estamos acostumbrados a ser generosos con nosotros mismos; todo lo contrario. Solemos vivir en la exigencia de ser más, de tener más, de ganar más, en una exigencia que condiciona nuestro ser a estar a una altura que ponemos fuera.

No estamos acostumbrados a mirar hacia nuestro interior, a explorar los límites de quién soy yo, qué es para mí lo esencial, cuáles son los valores que dan sentido a mi vida. Y, a veces, cuando lo hacemos, creemos estar siendo “egoístas”, y nos sentimos aún peor, porque al egoísmo le hemos dado un valor negativo. No tenemos una palabra que diga “ser generoso con uno mismo”. Nos falta lenguaje para ello, y sin lenguaje es difícil dar forma al pensamiento.

Cuando nos damos permiso para ser generosos con nosotros, y nos autorizamos a darnos respeto y cariño, y aceptamos como válido lo que otros nos dan, creemos descubrir una nueva realidad, una nueva forma de sentir la vida.

La generosidad hacia los demás y hacia uno mismo solo puede nacer de sentirte en una emoción capacitante como la alegría o la aceptación. Aceptar: estado de equilibrio, paz interior, zen, tao. Autoestima, felicidad, generosidad, aceptación, son facetas de lo mismo, nuestra naturaleza como personas positivas.

Estamos descubriendo una nueva frontera, y no está en el espacio, está en decidir qué personas ser.
Texto: Isabel Aranda
Fotografía: Jane Rodríguez del Tronco