
Y tanto es así, ¡qué lo hacemos! Coacheamos personas con temas personales y con temas profesionales, enseñamos a directores de personas a ser líderes coach y enseñamos a formadores a facilitar un aprendizaje activo, realmente transformador, que lleva a las personas más allá de donde están y de lo que son capaces ahora mismo.
Como veis, lo que hacemos y ¡cómo! es aplicar las poderosas técnicas del coaching al desarrollo de las personas, y enseñar a otros a aplicarlas en su trabajo.
Y así ha sido esta semana, en un taller para aplicar técnicas de coaching a la formación de habilidades, con un grupo de formadores experimentados, ávidos de ser más capaces como formadores, en su más literal sentido: dar forma. Dar nueva forma a las capacidades de otros.
Un grupo de formadores que quería ser más eficaz, que deseaba convertirse en “maestros” de aprendices de sí mismos.
Exploramos juntos lo que puede y no puede hacer un “maestro” para que su aprendiz aprenda activamente, se comprometa con lo que aprende y lo haga parte de sí mismo y de su hacer.
Trabajamos los enemigos del aprendizaje que, como decía Julio Olalla en la conferencia que dio en Madrid el 13 de febrero pasado, son muchos y muy poderosos. Olalla citaba los siguientes enemigos:
- Nuestra profunda incapacidad de admitir que no sabemos
- La arrogancia de creer que sabemos, ¿la ceguera cognitiva de no sé que no sé?
- No tener tiempo para aprender
- Confundir el tener opiniones con el saber
- Juzgar en vez de escuchar
- Nuestra adicción a la respuesta olvidando que hay que hacer la pregunta primero
- No dar autoridad a otro para que te enseñe
- Creer que saber es tener información simplemente
Acostumbrados como estamos a verlos todos en un grupo en formación, es difícil decir si alguno es más intenso o está más presente que los otros.
Yo creo que son más que enemigos, son profundas barreras, impedimentos férreos que bloquean en las personas adultas sus posibilidades de desarrollo: de evolucionar hacia la excelencia personal y el sentimiento de bienestar con uno mismo, fruto de sentirse capaz y de la conciencia de estar haciendo lo que quiere hacer.
Las técnicas de formación no alcanzan a disolver estas barreras, el coaching sí. Y en ello estábamos en este taller de formadores. Tomando conciencia, experimentando y aprendiendo a conseguir una “nueva forma” de nuestros aprendices.
Y después: Satisfacción. Bienestar. Orgullo. Facilitar que otra persona aprenda y se haga más capaz. Ver cómo evoluciona. ¿Hay un trabajo más apasionante que el nuestro?
Isabel Aranda
Foto: Juan Riera http://juanriera.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario