Con agradecimiento y especial dedicación a los Doctores D. Alfonso López Quintás y D. Vicente Lozano, ambos Profesores del Master de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria
Sí. Porque el Coaching es, en esencia, filosofía.
Porque nos brinda ese espacio temporal que, como hijos de nuestro tiempo, no tenemos, no encontramos… ¡ni siquiera buscamos!... para esas “otras cosas”
Porque sacar tiempo de nuestras agendas (agendas que se han convertido casi en el “motor” de nuestras vidas,… ) se ha convertido en una tarea ardua, difícil… ¡“IMPOSIBLE”!, decimos a veces.
Aprendemos a planificar, a priorizar, nos organizamos. ¡Y seguimos sin tener tiempo para esas “otras cosas”! Porque esas “otras cosas”, en realidad, no están valoradas lo suficiente. La gente nos mira con cara de póker; y hasta nosotros mismos vemos como algo normal sentirnos extraños, “bichos raros”, en determinadas situaciones.
Y no hablo aquí de “grandes cosas”: tiempo para leer, para pensar (¡oh! Dios, qué peligro… “pensar”…), o simplemente para conversar, o para estudiar (estudiar incluso “cosas que no sirven de nada”, como dirían algunos… o desafortunadamente, muchos…)
Porque estamos inmersos en una cultura del hacer; porque nos hemos convertido hace tiempo ya en el “homo faber”, el que se ha olvidado de su SER, de su ESENCIA, y que sólo hace, hace y hace. Y, como una pescadilla que se muerde la cola, como en un círculo vicioso, ésta es precisamente la principal razón que lleva a muchos a un proceso de Coaching: “no paro, y me siento vacío…” “no tengo tiempo ni para pensar… pero no soy feliz”; personas que entran en un proceso de vértigo (como bien le llamaría el Doctor López Quintás) y que necesitan de ayuda para salir de él, para parar… Necesitan el tiempo, el espacio (aunque sólo sea por 60 – 90 minutos, aquí o allá), y poder así, por fin, parar; para pensar, para reflexionar. Este “parar”, verbalizar lo que les está ocurriendo, es lo que les ayuda muchas veces a descubrir qué les está sucediendo. ¡Y ahí está el Coach!, dispuesto, como pura y sencilla caja de resonancia, como espejo… Espejo en el que, en ese espacio, en ese momento, como si el reloj si hubiera parado, salen a la luz las emociones. Lógicamente…
Algunos piensan en ese momento de “crisis” que nunca deberían haber empezado este proceso. “¿Pero qué hago yo contándole a este/a sr./a “Coach”, que no le conozco de nada, lo más íntimo de mi persona, de mi ser?” “¿cómo he podido, YO, llegar hasta aquí? ¡qué vergüenza…!”; porque éstas son las reacciones que nos encontramos en nuestros pupilos llegados a este punto (y en el que nos hemos encontrado, por fortuna, nosotras mismas como Coaches; y porque de lo contrario, bajo nuestro punto de vista, ser Coach no sería posible).
Si en este momento decidimos dar el paso, nos COMPROMETEMOS a trabajar por un cambio, por encontrarnos a nosotros mismos, por reencontrar el sentido de nuestra existencia,… lo primero, ¡sin duda! habremos de FELICITARNOS. Porque querer y actuar para salir de esta situación que no termina de llenarnos, por sacar lo mejor de nosotros mismos, ¡ES SER UN VALIENTE!
El mundo está lleno de cobardes que no hacen más que quejarse y lamentarse de sus circunstancias. ¡VALIENTES AQUELLOS QUE SE PLANTAN Y DICEN “HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO”! Sastre nos hizo cuestionar a principios del s. XX sobre el sentido de nuestra existencia, y llegó a la conclusión del absurdo. Afortunadamente, a pesar de su influencia, algunos empezaron a divisar un atisbo de luz en ese pensamiento y prosiguieron. Como Albert Camus, que tras su etapa “sartriana” o del absurdo , nos lleva a la etapa de la “rebeldía”, defendiendo que la misión del ser humano es dotar de sentido su existencia. ¡Ahí empieza el Coaching de verdad! Hemos plantado cara a las circunstancias, y QUEREMOS CAMBIAR, y nos ponemos a ello.
Camus termina su tercera etapa, que la llama “del amor”, de sí a la vida, a los otros y a la tierra, defendiendo la idea de que el sentido de nuestra vida lo encontraremos siempre a través de los demás. ¡Ojalá y suponga esto también la evolución del hombre actual! Nosotras mantenemos la esperanza, desde nuestro optimismo realista, de que estamos poco a poco empezando esa nueva etapa, defendiendo el Coaching como la OPORTUNIDAD FILOSÓFICA del hombre actual, que redescubre en su esencia la misión de dotar de sentido su existencia, y su condición como ser social. Lo que para nosotras supone la “inteligencia social”. En lo personal, y en lo profesional… como las dos caras de una misma moneda; inseparables, indivisibles.