Especializados en acciones formativas singulares y coaching, facilitamos el desarrollo de las competencias necesarias para que una persona se sienta más capaz de alcanzar los objetivos que se propone. Sentirnos capaces hace que nos sintamos con el control de qué hacer en una situación; y eso está en la base del bienestar personal y, como consecuencia, del éxito profesional.

lunes, 2 de febrero de 2009

Esperanza y trabajo


Con estas dos palabras resumía uno de mis coachees de ayer nuestra sesión. Esperanza y trabajo. Tal vez en estas dos palabras esté recogida la esencia del coachingEsperanza y trabajo, ¡casi nada!

¿Qué decir de la esperanza?

¿Es la esperanza un estado de ánimo? ¿es una emoción? ¿es acaso un cristal de color “verde esperanza” con el que mirar la vida?

Creo que la esperanza, en el coaching, es la energía primigenia donde se origina el desarrollo del coachee.

Y esperanza es muchas veces lo que le falta.

Encontramos coachees anclados en su cotidianeidad, llenos de trabajo y de imperativos, faltos de permisos para creer en sí mismos, en los renovados “yos” con los que sueñan o en el peor de los casos sospechan sin atreverse a soñar. Encontramos coachees desesperanzados, aturdidos por la falta de horizontes a los que mirar. A veces incluso en un cenagal de inquietud del que son apenas conscientes. Y da lo mismo el trabajo que hagan, lo exitoso de su desempeño, la magnitud de sus realizaciones. Encontramos coachees que se han perdido en lo cotidiano y sienten que no es ahí donde quieren estar.

Pensar en la esperanza me ha recordado un descenso en las pistas de ski. Los esquiadores utilizamos los bastones para apoyarnos, hacer giros, corregir la trayectoria, mantener el equilibrio, ayudarnos en definitiva a dirigir nuestro descenso como necesitamos y queremos. Para mí que ésta, la esperanza, es uno de los bastones que el coachee consigue en el proceso. Un bastón de su medida, ligero y firme, disponible y manejable, que le permite dirigirse con facilidad a su punto de destino.

Decía Almudena Vega en las III Jornadas Internacionales de Mentoring y Coaching, que el coach actúa como proveedor de esperanza. Y tal vez tenga razón. La esperanza es fruto de creer que puedes, fruto de creer en ti mismo, fruto de creer que hay otros “yos” que encontrar. Y el coach asiste en ese proceso al coachee. Sin su acompañamiento puede que tarde más, que lo consiga en menor grado, puede que ni siquiera lo consiga.

¡Y qué alivio muestran sus rostros cuando consiguen esperanza! Algunos coachees parecen transformados, más livianos y esponjosos. Libres de las oxidadas cadenas de la desesperanza, su aspecto se vuelve más ligero y luminoso, como si flotaran libres ya de los viejos amarres. Con frecuencia lo expresan con palabras muy descriptivas “he dejado… la mochila que llevaba a la espalda, la carga de mis hombros, las piedras que cargaba, los frenos que me atenazaban”

La esperanza, para mí es el auténtico núcleo duro del coaching. Porque el hacer, por más que sea complicado, puede ser más fácil de llevar a la práctica que cambiar tus profundas creencias sobre ti mismo. Cuando estás en lo alto de la montaña y miras a tus pies la estación, o crees que puedes llegar hasta allí, o te vuelves al remonte para que te bajen, porque si no crees que lo puedes conseguir, no hay nada que hacer.

Y claro que hay que trabajar. La esperanza, con ser la fuente de energía, sólo es el principio de algo. El trabajo es el otro bastón, el par, el que nos ayuda a guardar el equilibrio y redireccionar nuestra trayectoria, es el fruto del querer y del hacer.

Además, está el saber donde queremos ir, elegir el camino adecuado, el plan para alcanzar la meta; pero eso, con ser mucho, es sólo un plan. Sin el impulso para lanzarte a la pista y confiar en llegar a la meta ¿qué haríamos?

Mi coachee ha comenzado un nuevo episodio de su vida. Tiene esperanza porque cree que puede y ve como llegar a ser lo que desea.

Yo como su coach me siento profundamente agradecida cuando me identifico con lo que decía Martin Luther King "Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano"

Dedicado a G.

Isabel Aranda

Foto: Juan Riera http://juanriera.blogspot.com/

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