Hace ya casi una semana nos despertábamos con tristeza, con
un ligero encogimiento del estómago. “Se ha muerto”. Era una noticia anunciada,
pero nos ha costado asimilarla. Steve Jobs se había convertido en un personaje
cercano en nuestras vidas. Hizo cosas que impactaron de tal forma en la
humanidad, que la ha llegado a cambiar en gran medida: permitió que nuevos
conceptos, nuevas ideas, nuevos paradigmas, transformaran la forma de
relacionarnos, con el mundo y con nosotros mismos; generó unas expectativas en
el mercado tecnológico desconocidas, y popularizó la cultura de la “innovación”.
Pero Steve Jobs no supone sólo lo que algunos llamarían “adicción a la manzana”.
Es curioso… hoy, decir “la manzana”, ya no es hablar de
Manhattan; el sencillo icono, logo de la marca, es sinónimo de innovación, de
la máxima prestación, casi a veces de prodigio. Una manzana mordida es “Apple”,
la marca; el “store” es el Apple “store”; Mac, ya no es McDonalds, ¡es otra
cosa!, ¡muchas cosas!: el mundo “Mac”; como el mundo “i”: iPod, iPhone, iPad, iCloud… (hasta el tan
extendido hashtag en Twitter, #iSad,
ideado como tributo a su memoria). Steve Jobs creyó, vio, y abrió un mundo
de posibilidades casi infinitas - o como dirían los protagonistas de su película
Toy Story: “hasta el infinito y más allá”. Pero no sólo fue un genio que pensaba diferente, como
tantos otros reflejados en este anuncio con el que Apple nos deleitaba hace
unos años, y que bien refleja el espíritu de la compañía, Think different!
Jobs, ejemplo de auto-liderazgo, de marca personal
En la primera adolescencia es muy habitual leer biografías de héroes que realizan rescates, aventuras, que alcanzan grandes logros. Es una buena práctica que nos ayuda a tener modelos, a mirar más alto, a ver cómo otros logran lo que se proponen, alcanzando resultados extra-ordinarios. La de Jobs, sin embargo, es una de esas biografías que hay que conocer en todo momento de la vida, compartir con otros, transmitir a nuestros hijos, mostrar a los coachees. Su discurso en la Universidad de Standford, al que ya hicimos referencia en nuestro ‘post’ del pasado 23 de enero, no puede ser más inspirador, más capacitante. Es un ejemplo de elección, de constante reinventarse, de aprovechar todos sus aprendizajes, todas sus capacidades, sacando provecho a todo su potencial, saltando los límites de lo esperado, de lo establecido, de lo habitual. La demostración de una verdadera marca personal, como la entendemos, desde el auto-liderazgo; y que hace que suponga para nosotras uno de esos héroes cuya biografía inspira, alienta y emociona.
Y no sólo lo que hacía era extra-ordinario… Jobs también fue
capaz de transmitirlo, compartirlo, con un carisma arrollador y un enorme talento, llevándonos
a la reflexión y al compromiso.
Tu tiempo es
limitado, así que no lo desperdicies viviendo la vida de otra persona. No te
dejes atrapar por el dogma – que es vivir con los resultados del pensamiento de
otras personas. No dejes que el ruido de las opiniones de los demás ahoguen tu
propia voz interior. Y lo más importante,
ten el coraje de seguir tu corazón e
intuición.
Casi todo — todas las expectativas externas, todo el
orgullo, todo el miedo a la vergüenza o al fracaso, todas esas cosas - desaparece
ante la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que
vas a morir es la mejor forma que conozco para evitar la trampa de pensar que
tienes algo que perder. Ya estás desnudo.
No hay razón para no seguir tu
corazón.
El valor de sus palabras es incalculable, muy superior al de la marca que
deja. Su valor es el de un “héroe de la humanidad”, que nos guía y que nos hace
pensar en nuestra propia vida.
Gracias, Steve.
Descansa en paz.
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