Había que parar y desconectar, y aprovechando el calor del
verano dedicarnos tiempo a centrar la atención en los sentidos, en el cuerpo,
en las sensaciones, en los pensamientos. Y dedicar tiempo también a disfrutar
de nuestro entorno: la familia, la naturaleza, las ciudades, los eventos. ¿Lo
hemos conseguido?
Varios artículos en prensa han señalado lo necesario que es
el cambio de ritmo y de perspectiva, entre ellos el publicado en El Mundo el
sábado 27 de agosto “¿Por qué no puedo desconectar en vacaciones?”, en el que
varios expertos coincidíamos en la importancia de desconectar del trabajo, al
menos durante unos pocos días.
A la vuelta, en esta fresca mañana, sintiendo cómo el verano
se va diluyendo, es un buen momento para situarse ante el nuevo “curso”. ¿Qué
nuevos retos nos esperan? ¿En qué proyectos vamos a embarcarnos? ¿Hay un proyecto sobre mí mismo, sobre mi desarrollo, mi
satisfacción, mi persona?
¡Bienvenidos a los nuevos retos de este “curso”! – nos gusta
aprovechar el ritmo de las estaciones -, así que ahora que la luz disminuye y
la temperatura baja, concentrémonos en disfrutar de un apasionante viaje por
nuestra vida.
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