Especializados en acciones formativas singulares y coaching, facilitamos el desarrollo de las competencias necesarias para que una persona se sienta más capaz de alcanzar los objetivos que se propone. Sentirnos capaces hace que nos sintamos con el control de qué hacer en una situación; y eso está en la base del bienestar personal y, como consecuencia, del éxito profesional.

martes, 30 de junio de 2009

Creer en el Coaching...

Hace unos días, eso es precisamente lo que nos pedía un directivo analítico y práctico, con un especial empeño en no quedarse atrás y sacar partido a los recursos que el conocimiento de la conducta humana podría aportarle a sus objetivos.

“Creer en el Coaching” como se cree en un dogma de fe, como si de una nueva religión se tratara, como si se tratara de hacerse seguidor del credo de moda en el siglo XXI.

¿Se trata de creer o se trata de distinguir lo que una metodología como ésta puede aportar a una persona?

El Coaching no es un invento de nuestros días. No es nada nuevo, nada que el hombre en su búsqueda del sentido de su existencia no haya descubierto ya. Sócrates, Aristóteles, Platón, Husserl, Sastre … y la Psicología como ciencia de la conducta humana, nos hablan de cómo facilitar que una persona encuentre la respuesta a su necesidad de superarse con logros retadores.

Lo que hace que ahora sea tan valorado es su utilización en las empresas para conseguir un cambio de actitud, de conducta, de resultados en un marco de persuasión; o más bien de auto-persuasión, porque sabemos de sobra que el cambio desde fuera es costoso y poco consistente. Para que haya un cambio de perspectiva, de actitud, de comportamiento, algo tiene que saltar, hacer click en la persona que cambia. Y con el Coaching es más probable, más fácil y más rápido que esto ocurra.

El Coaching no es una llave inglesa con la que apretar tuercas. Tampoco te enseña a elegir la llave con la que hacerlo. Lo que te lleva es a “darte cuenta” de con qué clase de mano y de qué manera estás cogiendo la llave. Decía Einstein que no se podía resolver un problema desde el mismo plano mental en el que te lo planteas. Y para eso es el Coaching, para identificar cuál es el plano mental desde el que te estás planteando el problema. Desde qué perpectiva.

Para solucionar un problema, alguien puede decidir seguir un árbol lógico de decisión y ¿resuelto el problema? Puede que sí y puede que no. Porque un árbol lógico te conduce por un paradigma concreto para elegir una alternativa, pero, ¿y si ese paradigma no te permite resolver el problema? Porque el árbol lógico no te informa de la perspectiva con la que lo estás analizando, de la emoción desde la que te lo estás planteando, si es capacitante o incapacitante, y, mucho menos, de lo capaz que te sientes tú con esa decisión y, por lo tanto, del compromiso con que la aceptas.

El Coaching sirve de palanca de cambio. Palanca desde la que redirigir y concentrar el esfuerzo para conseguir resultados diferentes. Cuando Fosbury se plantea romper el límite en el salto de altura, se plantea conseguir resultados diferentes a los que está consiguiendo hasta ese momento.



¿Queremos resultados diferentes sin cambiar nada? Fosbury se respondió a esta pregunta cambiando la forma de abordar su problema, cambiando la forma en que abordaba el salto. ¿Si saltar de frente sólo me lleva a este resultado, que no es el que yo busco, por qué no saltar de espaldas a ver si el resultado es diferente? Este cambio de paradigma le llevó a resultados extraordinarios, al éxito. ¿Qué hubiera conseguido si se hubiera empeñado en seguir haciendo lo mismo que hacía?

Al final, la conclusión es sencilla: “si sigues haciendo lo mismo de siempre, obtendrás lo mismo de siempre”. Cuando un deportista contrata a un entrenador es porque quiere ir a más. Si quieres cambiar de forma rápida, eficiente y satisfactoria, ¿por qué no hacerlo con un Coach?


Isabel Aranda